Sobre La Obra Perdedores



Reseña Lo más reciente de Andrés Villa



En no pocas ocasiones, el autor logra engarzar de manera afinada intensidad y tensión con forma y contenido, lo que resulta necesario en el cuento, un género literario que exige estos elementos...



Alberto Cabredo O.
Escritor

He tenido el privilegio de leer la obra Perdedoresya a la venta en varias librerías de la localidad, que constituye el nuevo libro del escritor nacional Andrés Villa, autor de la conocida novela La Nueve, y que con esta nueva publicación incursiona en el mundo del cuento. La misma será presentada en fecha próxima, y por ende, no puedo abstenerme de hacer unos breves comentarios en relación con su contenido.

En este sentido, quiero hacer propias las palabras del escritor y ensayista panameño Rodolfo A. De Gracia R. cuando expresa en su obra Poesía Narrativa y Reflexión: “… la literatura panameña ha manifestado su voz a través de escritores que, si bien no podríamos catalogar como comprometidos, han, no obstante, expresado su descontento y han hecho una obra que va más allá de los linderos de lo personal para situarse en las circunstancias epocales marcadas profundamente por hechos sociales, políticos, históricos, idiosincrásicos, ontológicos.”

Y es que en este orden de ideas la obra Perdedoresno se divorcia de la crítica social y también política, como son fieles ejemplos los títulos Mariluz, Ruperto y El Fuego, que entre otros reflejan el difícil transitar de aquellos que luchan para no naufragar en un mar de infortunios. De pluma fácil y sin estridencias innecesarias, sabe denunciar apropiadamente tales carencias, ello lo corrobora este párrafo del cuento El Fuego: “Ricardo dobló la esquina y el infierno apareció de súbito. Las llamas escalaban por las paredes de madera del viejo caserón donde vivía, consumiéndolas. Trató de entrar por el zaguán, pero un bombero de roja casaca se lo impidió. Buscó entonces dar la vuelta y entrar por el callejón, tenía que recuperar los cinco pedazos de chances de lotería que habían acertado, en el primer premio del sorteo del mediodía. Era todo lo que tenía para terminar su quincena. Un torrente de humo espeso le cerró el paso.”

Sin embargo, Andrés Villa no se detiene en una literatura de denuncia social, explora entre los 37 cuentos que componen el libro, temas sicológicos, existenciales, amorosos, y otra gama de situaciones que componen el quehacer humano. Para ello, entrelaza la realidad y la fantasía teniendo el cuidado de inducir al lector a sacar sus propias conclusiones y eludiendo lo evidente. En este sentido es elogiable el manejo estructural de sus narraciones, en que el trasfondo se muestra de manera alusiva y sugerente, manteniendo la atención del lector para lograr desentrañar el contenido. Verbigracia, en la obra El Druidapodemos apreciar lo que venimos afirmando: “La bestia, al sentir que le soltaron la brida, escogió, por sí misma, la ruta. El Druida, montado en la vieja yegua, viajaba sin fe, y sin ideas. En medio del sendero, bordeado de altos árboles, lo sorprendieron las sombras de la noche. Una luna redonda y de plata se elevó iluminando montes cubiertos de espesos bosques de abedules y pinos. Un despistado cervatillo interrumpió su retirada; durante algunos instantes, sus miradas se cruzaron. Enseguida, el nervioso animal saltó fuera del camino y se perdió en la oscuridad. ¿Sería un presentimiento, regresaría él en un animal como ése después que muriera? Creía en la vida después de la muerte, que las almas reencarnan en algún ser viviente, ya fuera hombre, animal o vegetal. ¿Cuál grado de merecimiento alcanzaría por su comportamiento terrenal?”.

En no pocas ocasiones, el autor logra engarzar de manera afinada intensidad y tensión con forma y contenido, lo que resulta necesario en el cuento, un género literario que exige estos elementos, por la imperiosa necesidad de compresión de las situaciones que la trama encierra. Es evidente el cuidado involucrado en esta publicación que nos brinda Andrés Villa, el cual denota facilidad para narrar, y una pluma amena en el fondo y la forma.

No escatima el autor en fórmulas descriptivas, ni exagera en el uso de ellas, tampoco resulta efectista y su existencialismo, cuando lo hay, es aleccionador, o sea, no se detiene más en el defecto humano que en sus virtudes, lo que resulta laudable.

Su talento descriptivo se extiende a lo largo de la obra, para muestra un pasaje de El Secreto de Peter Williams: “Los gritos de los policías, el ruido de pisadas que herían los escalones de madera de por las que se subían o bajaban a esos caserones, turbaron la tranquilidad de la noche. El estropicio de platos rotos que caían de las pequeñas mesas que encontraron los perseguidores frente a cada puerta se hicieron ecos en los pasillos. Sigiloso, como un gato, se coló entre las hojas de zinc que cercaban el patio. Ya sentía que los burlaba otra vez. Su figura elástica, enjuta y morena se movió como una centella, buscando el amparo de la oscuridad para desaparecer, pero no pudo evitar quedar, frente a frente, con el policía que le disparó.”

Por otro lado, al utilizar el surrealismo como arma narrativa lo hace con eficacia, y en la obra hay metáforas, alegorías, elipsis, buenas alusiones, imaginación copiosa, y debo enfatizar que no encuentro ni una gota de determinismo, con lo que quiero implicar que en sus cuentos el destino es impredecible y deriva de las acciones de los personajes, eso sin duda, le da a la obra un aire siempre contemporáneo y nada pesimista.

Es imperativo reiterar que procura mantener en los cuentos la incógnita, cumpliendo siempre con la fórmula conflicto - desenlace. Algunas narraciones incluso abren a la elucubración varias ventanas, lo cual los enriquece y deja ver el buen hacer del autor. En estos aspectos, cabe reseñar lo expresado por Enrique Jaramillo Levi en su obra Gajes del Oficio: “El cuento, como todos los géneros literarios, siempre es un enigma y un reto; un enigma, porque nunca se sabe exactamente qué va a pasar ni cómo hasta que ocurre. Y el reto está en irlo descubriendo, en poder avanzar – a veces de manera fluida y, por tanto, sin interrupciones hasta terminar; y además, saber sin lugar a dudas que en ese punto final termina el cuento y no hay nada más que añadir. …”

Noto, y no podemos soslayarlo, que el escritor Adrés Villa tiene aliento largo al escribir, y ello deja ver talento y buen manejo del oficio. A propósito, cabe destacar que le gusta fabular en sus cuentos, y esto sólo puede hacerlo el que tiene algo que decir, el que ya ha apreciado la existencia desde una ventana, y ello sin duda constituye un valor adicional en la obra Perdedores.


Nota extraída de: http://www.pa-digital.com.pa/periodico/edicion-actual/dia_d-interna.php?story_id=874157&edition_id=20100110#ixzz0cVvMEKma
Ver más noticias en el Panamá América

No hay comentarios:

Publicar un comentario

De venta en las Librerías El Hombre de la Mancha, Exedra Books y en las Farmacias Arrocha (Los Andes, Los Pueblos, San Francisco y Obarrio).